domingo, 4 de octubre de 2015

LA RANA SORDA



La rana sorda


Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron lo hondo que era, les dijeron que debían darse por muertas.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.


Las otras seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas se rindió, se desplomó y murió.

La otra rana continuó saltando con la fuerza que le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacía señas para que dejara de sufrir y se dispusiera a morir pues era inútil seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron:"nos alegra que hayas logrado salir a pesar de lo que te gritábamos".

La rana les explicó que era sorda y que creía que la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

Una palabra de aliento a una persona que se sienta desanimada, puede ayudar a levantarla y una palabra destructiva puede acabar de hundirla.

"Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe".

martes, 8 de septiembre de 2015

“Lecciones de vida” (2001)


Elisabeth Kübler-Ross – “Lecciones de vida” (2001)
Estamos aquí para sanarnos unos a otros y a nosotros mismos. No una sanación como en la recuperación física, sino una sanación mucho más profunda. La sanación de nuestros espíritus, de nuestras almas.
Cuando hablamos de aprender nuestras lecciones, estamos hablando de deshacernos de asuntos inacabados. Los asuntos inacabados no tienen que ver con la muerte, sino con la vida.
“Sí, he tenido una buena vida pero, ¿he sacado tiempo para vivir de verdad?”. Hay muchas personas que han existido, pero que realmente nunca vivieron. Y gastaron cantidades inmensas de energía en mantener ocultos sus asuntos inacabados.
Puesto que los asuntos inacabados son el mayor problema en la vida, también es el tema principal que abordamos cuando nos enfrentamos a la muerte. Muchos de nosotros dejamos la vida con una gran cantidad de asuntos inacabados; algunos solo dejan unos pocos.
En tiempos antiguos, la comunidad solía tener lugares para reunirse donde los niños y los adultos escuchaban, mientras los ancianos y ancianas contaban historias de la vida, de los desafíos de la vida, y las lecciones que pueden extraerse de los últimos momentos de una vida. La gente sabía que a veces nuestras lecciones más importantes se hallan en los momentos de mayor sufrimiento.
Encontramos muchas cosas en este largo viaje, extraño a veces, que contemplamos como vida, pero básicamente nos encontramos a nosotros mismos. Quiénes somos en realidad, qué es lo que más nos importa.
Los moribundos siempre han sido maestros de grandes lecciones, porque cuando nos vemos empujados hacia el final de la vida es cuando la vemos con mayor claridad. Al compartir con nosotros sus lecciones, los moribundos nos enseñan mucho sobre el inmenso valor de la vida en sí.
En lo más profundo, todos sabemos que hay alguien que estamos destinados a ser. Y podemos sentir cuándo nos vamos convirtiendo en ese alguien. Lo contrario también es verdad: sabemos cuando algo no encaja y no somos la persona que estábamos destinados a ser.
Consciente o inconscientemente, todos buscamos respuestas, intentando aprender las lecciones de la vida. Andamos a tientas por miedo y culpa. Vamos en busca de sentido, amor y poder. Tratamos de comprender el miedo, la pérdida, el tiempo. Tratamos de descubrir quiénes somos y cómo podemos llegar a ser realmente.
Sin embargo, con demasiada frecuencia los buscamos en el dinero, en la condición social, en el trabajo perfecto, o en otros lugares, solo para descubrir que estas cosas carecen del sentido que esperábamos encontrar y que incluso nos producen angustia. Seguir estas pistas falsas sin una comprensión más profunda de su significado nos deja inevitablemente con una sensación de vacío, creyendo que la vida tiene muy poco o ningún sentido, que el amor y la felicidad son tan solo espejismos.
Para conocernos, ser auténticos con nosotros mismos, para descubrir lo que queremos hacer y lo que no, necesitamos comprometernos con nuestras propias experiencias. Todo lo que hacemos debemos hacerlo porque nos produce alegría y paz, desde el empleo que tenemos hasta la ropa que usamos. Si hacemos algo para aparentar respetabilidad a los ojos de los demás, no estamos viendo el valor que hay en nosotros. Es sorprendente hasta qué punto vivimos mucho más por lo que deberíamos hacer que por lo que queremos hacer.
Solo podemos encontrar paz y felicidad en el amor cuando eliminamos las condiciones que ponemos a nuestro amor por los demás. Y generalmente a los que más amamos les imponemos las peores condiciones. Nos han enseñado bien el amor condicional, lo cual dificulta mucho el proceso de desaparecer. Como seres humanos, no es posible encontrar un amor totalmente incondicional entre nosotros, pero podemos encontrar más que los pocos minutos que por lo general tenemos en la vida.
Una de las pocas áreas donde realmente podemos encontrar  amor incondicional es en nuestros hijos cuando son muy jóvenes. No les importa nuestro tiempo, nuestro dinero o nuestros logros. Simplemente nos aman. A la larga les enseñamos a poner condiciones a su amor cuando los recompensamos por sonreír, por obtener buenas calificaciones, y por ser lo que queremos que sean. Pero, aun así, podemos aprender mucho del modo en que los niños nos aman. Si amáramos a nuestros hijos un poco más incondicionalmente, durante un poco más de tiempo, tal vez crearíamos un mundo muy diferente para vivir.
A la larga perdemos todo lo que poseemos, pero lo que importa en definitiva no se pierde nunca. Nuestras casas, coches, empleos y dinero, nuestra juventud e incluso seres queridos solo los tenemos en préstamo. Como todo lo demás, no podemos conservar siempre a nuestros seres queridos. Pero la aceptación de esta verdad no tiene por qué entristecernos. Por el contrario, puede proporcionarnos la capacidad de valorar mejor la infinidad de experiencias y cosas maravillosas que tenemos durante el tiempo que permanecemos aquí.
En muchos aspectos, si la vida es una escuela, la pérdida es una parte importante del currículum.
Cuando experimentamos una pérdida también experimentamos que a los que amamos –y algunas veces incluso a los extraños– cuidan de nosotros en tiempos de necesidad. La pérdida es un agujero en el corazón. Pero es un agujero que inspira amor y puede contener el amor de los demás.
Hemos aprendido mucho sobre la pérdida gracias a los moribundos. Los que han estado técnicamente muertos y los han hecho volver a la vida nos transmiten algunas lecciones claras y sencillas. Primero, aseguran haber perdido el miedo a la muerte. Segundo, dicen que ahora saben que la muerte solo es desechar un cuerpo físico, muy semejante a quitarse un conjunto de ropas que ya no son necesarias. Tercero, recuerdan haber tenido una profunda sensación de integridad en la muerte, haberse sentido conectados con todo y con todos, y sin ninguna sensación de pérdida. Finalmente, nos cuentan que nunca estuvieron solos, que alguien estaba con ellos.
Éste es uno de los propósitos para los que sirve la pérdida en la vida: nos une. Nos ayuda a comprender a los demás de un modo más profundo. Nos conecta con los otros como ninguna otra lección de vida podría hacerlo. Cuando nos une la experiencia de la pérdida, nos preocupamos por los demás y los percibimos de un modo nuevo y más profundo.
No tendrás otra vida como ésta. Nunca volverás a desempeñar este papel y experimentar esta vida tal como se te ha dado. Nunca volverás a experimentar el mundo como en esta vida, en esta serie de circunstancias concretas, con estos padres, hijos y familiares. Nunca tendrás los mismos amigos otra vez. Nunca experimentarás de nuevo la tierra en este tiempo con todas sus maravillas. No esperes para echar una última mirada al océano, al cielo, las estrellas o a un ser querido. Ve a verlo ahora.

domingo, 14 de junio de 2015

CONSTELACIONES FAMILIARES

De nuevo tendremos la oportunidad de compartir un buen momento y observar como funcionan las constelaciones familiares.

El próximo día 12 de julio de 10:00 a 14:00 a cargo de Carol Pardo (Vitalfeeling)




CONSTELACIONES FAMILIARES

¿ QUÉ SON LAS CONSTELACIONES FAMILIARES?

Las Constelaciones Familiares es una metodología de trabajo (no es un proceso terapéutico) que estudia los vínculos que existen en las relaciones entre personas y busca el origen de la causa de un conflicto actual en la vida del cliente.
Mediante la configuración del conflicto o problema que plantee el cliente y con la ayuda de representantes (u objetos en caso de sesiones individuales) se van desarrollando diferentes movimientos que van tejiendo una historia y con la ayuda del constelador se van sanando o propiciando un acercamiento entre aquellas relaciones o situaciones que originalmente causaron el conflicto.
Las Constelaciones Familiares se pueden realizar en grupo y también en sesiones individuales.

¿CÓMO ME PUEDE AYUDAR?
Las Constelaciones Familiares aportan información y claridad con respecto a cualquier tema que preocupe al cliente: familiar, laboral, económico, amor, salud, relaciones de pareja y con otras personas, vacío existencial, búsqueda de misión y propósito en la vida, etc….
Con dicha información se crea una nueva imagen interna en el cliente y desde este nuevo punto de visa, el cliente puede comprender mejor el origen del problema y desde ahí puede dar los pasos necesarios para la resolución del mismo.

¿CUÁNDO NOTARÉ LOS EFECTOS?

La Constelación Familiar siembra una semilla en el interior del cliente, por lo que los cambios comienzan nada más terminar la sesión y pueden extenderse hasta 2 años.

domingo, 7 de junio de 2015

ORACIÓN HO´OPONOPONO DE SANACIÓN

Quiero compartir una forma de sanación desde el perdón tan conocida para algunos pero poco practicada a la vez,
Te invito a probar y empezarás a ver los cambios...primero en pequeñas cosas de nuestro día a día y más tarde en transformaciones en temas más delicados que todos tenemos.


Oración de ho’oponopono para la sanación

Texto completo

Divino Creador, Padre, Madre, Hijo en Uno si yo, mi familia, parientes y antepasados te ofendimos a ti, tu familia, parientes o antepasados en pensamientos, palabras, hechos y acciones desde el principio de la creación hasta el presente, te pedimos perdón… Deja que esta oración limpie, purifique y libere. Corta todas las memorias, bloqueos, energías y vibraciones negativas y transmuta esas energías no deseadas en Luz Pura. Gracias porque así se ha hecho.

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a mi malestar físico y emocional
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a mi falta de buena salud.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a mis creencias limitantes.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a mi sensación de malestar.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a esta falsa apariencia de enfermedad.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a esta falsa creación en mi cuerpo físico y mental.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

Padre, limpia en mi todo aquello que contribuye a los síntomas de dolor carencia y limitación.
Lo Siento, Perdóname, Gracias, te Amo. (3 veces)

YO SOY un cuerpo y una mente saludables.
YO SOY un alma alegre disfrutando de la vida.
YO SOY agradecimiento por la manifestación de la salud.
YO SOY la manifestación del amor a mí mismo.
YO SOY un ser humano sano que disfruta de cuidarse.
YO SOY salud.
YO SOY luz.
YO SOY amor.
YO SOY abundancia.
YO SOY prosperidad.
YO SOY libertad financiera.
YO SOY bienestar en todas las áreas de mi vida.

Yo perdono todo lo que necesite mi perdón y me perdono a mí mismo por los errores cometidos y el daño causado, lo dejo ir, queda libre, quedo libre. ¡Gracias Padre porque así es!

YO sé que la única verdad de mi universo es salud, amor, abundancia, prosperidad, éxito y alegría. Yo doy las gracias al Divino Creador porque esto es así en mi vida, aquí, ahora y siempre.

GRACIAS PADRE, PORQUE HOY ESTOY MUCHO MEJOR QUE AYER!

jueves, 12 de febrero de 2015

LA PARÁBOLA DEL AGUILA


“Érase una vez un hombre, que mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en un corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos. Un día un naturalista que pasaba por allí le preguntó al propietario porqué razón un águila, el rey de todas las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrada en el corral con los pollos.
-Como le he dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado a ser pollo, nunca ha aprendido a volar- respondió el propietario-. Se conduce como los pollos, y por tanto, ya no es un águila.
-Sin embargo- insistió el naturalista- tiene corazón de águila y, con toda seguridad, se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista la tomó en sus brazos suavemente y le dijo: “Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela”.
El águila, sin embargo, estaba confusa; no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila al tejado de la casa y le animó diciéndole: “Eres un águila. Abre las alas y vuela”. Pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, sacó al águila del corral y la llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y le animó diciendo: “Eres un águila. Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Ahora, abre las alas y vuela”.
El águila miró alrededor, hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Pero siguió sin volar. Entonces, el naturalista la levantó directamente hacia el sol; el águila empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y finalmente, con un grito triunfante, se voló alejándose en el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Que nadie sepa, el águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo. Sin embargo, fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo”.
REFLEXION
Esta parábola refleja muy bien la situación de cada uno de nosotros y del hombre de hoy. Este ha perdido su identidad y el sentido de la vida. ¿Quién es el hombre? ¿Cuál es el sentido de su vida? ¿Quién soy yo? La respuesta no es fácil ¿Soy águila o soy pollo de corral? Mi conciencia me dice lo primero, mi forma de vida tal vez lo segundo. Como el aguilucho, el hombre ha perdido identidad. A fuerza de vivir en el corral y de comer la comida de los pollos, ha traicionado su verdadera esencia y se ha rebajado. Ya no sabe lo que es. Ha perdido el sentido de la actividad y de su vida.
El hombre, como el águila, es el rey de la creación. Posee un corazón grande capaz de anhelar lo sublime. Tiene alas para perseguir lo más alto. Sin embargo, se ha encarcelado en el corral; la sociedad de consumo lo tiene atrapado en sus fauces voraces. Y es que es mucho más fácil y placentero ser pollo que águila.
El pollo posee la seguridad del corral, la comodidad de las rejas que delimitan su espacio, el cuidado de su amo, la tranquilidad del alimento asegurado, la protección frente a las vicisitudes de la vida.
El águila, sin embargo, debe asumir el riesgo de moverse en un espacio sin límites, tiene que estar alerta para no caer en manos del cazador que la convertiría en trofeo de caza o en pieza de museo, tiene que luchar frecuentemente en la soledad y en un ambiente adverso, por proteger y defender su vida de quienes quieren someter. Pero el pollo ha perdido su libertad, la ha entregado a cambio de unos granos de trigo que llenen su buche hambriento, es explotado y sometido al sucio mercado de la compra y venta. El águila en cambio, es libre, sus alas le permiten surcar los cielos y explorar horizontes siempre nuevos.
¡Que triste es ver al hombre, como el aguilucho, en el corral comiendo la comida de los pollos y llevando la vida de estos, cuando su corazón y su mente están hechos para cosas más grandes.
La tarea no es fácil; en parte, porque estamos convencidos de ser pollos o porque no conocemos cuál es realmente nuestra identidad; en parte, porque nuestros amos, la comodidad, la dependencia y el consumismo, no nos dejan salir. Sentiremos miedo, indecisión; tendremos que luchar contra la inercia, que una y otra vez tratará de devolvernos al corral. Únicamente el aire limpio de la montaña y la contemplación de ideales tan nobles y altos como el sol, podrán desplegar nuestras alas y hacer cantar el grito triunfante de la liberación.
Recordaremos con nostalgia nuestra vida de pollos y sufriremos la tentación de volver al corral. Pero quien realmente descubre su vocación a la libertad y encuentra un claro sentido de su vida, jamás dará un paso atrás en su decisión de llevar una existencia auténticamente humana.
-En este momento de tu vida ¿Con quién te identificas más con el águila o con el pollo?
-¿En qué conductas somos pollos?
(consumo, religión, sexualidad, aburrimiento, seguridad, miedos, estudios, pandillas, soledad, ocupación del tiempo, cansancios, valores, insolidaridad,…)?
-¿Que sería volar?
(respeto, juicio crítico, libertad, ausencia, de miedo, ideales, trascendencia, sentido de la vida, amistad con Jesús, ser uno mismo, dedicación a los otros, alegría profunda, decisiones,…)
– ¿Qué te impide volar?-¿Que habría que hacer para volar? (solo, con alguien, en grupo…?)
-¿Como es ese sol que todo lo calienta e ilumina que aparece en la parábola?
-¿Cómo hacer para sentir su calor, su luz y su fuerza?
-¿Cual es el sueño de tu vida?